Historia

Historia de SuizaLa historia de Suiza es rica y variada. Desde los primeros asentamientos en la prehistoria hasta nuestros días. A continuación vamos a exponer de una manera breve los acontecimientos más importantes del país helvético.

De la prehistoria al Tratado de Verdún

Las primeras muestras arqueológicas aparecen fechadas en el paleolítico inferior. La etapa neolítica está caracterizada por la cultura de palafitos. Durante la Edad del Hierro, Suiza presentó dos fases. Hallstatt (900 a.C. a 500 a.C.) y La Tène (500 a.C. a 100 a.C.). Entre los primitivos pobladores figuraron los celtas, los helvecios, que en diversas ocasiones se enfrentaron con las legiones romanas, y los retios. La incorporación de Suiza al imperio romano se logró mediante el dominio de esos tres pueblos. Provincia estratégica en el Imperio, fue escenario de la insurrección de Vitelio contra Galba (69 d.C.). A través de ella se estructuró la vía de comunicación Augusta Pretoria – Augusta Ráurica. Ésta pasaba por la capital (Aventicum) y el San Bernardo.

Dada su situación, a partir del siglo III sufrió diversas incursiones de pueblos germanos. Tales como alamanes y burgundios, que se establecieron en Suiza a partir del siglo V. No obstante, los burgundios fueron rápidamente romanizados y cristianizados. Posteriormente, la expansión de los francos desde la Galia significó, a partir del reinado de Clodoveo, la incorporación de Suiza al reino franco (siglo VI). Durante la dominación franca se consolidó la cristianización de Suiza. Cabe mencionar las predicaciones de San Columbano (año 710) y la fundación de monasterios, como San Gall.

Del Tratado de Verdún al Pacto fundacional de 1291

Después del Tratado de Verdún (843), Suiza quedó en parte vinculada al reino de Luis el Germánico y al de Lotaringia. Rápidamente se escindió en otros, y entre ellos, el de Borgoña. Éste incluía gran parte del territorio suizo. Rodolfo II (912-937) unificó el reino de Borgoña y en su expansión se enfrentó con Bourcard de Alemania en Winterthur (919). Poco después, para firmar la paz, se decidió la boda de Rodolfo II y Berta, hija de Bourcard. Muerto aquél, Berta y su hijo Conrado vieron su reino afectado por incursiones de húngaros y árabes. Este reino se vio obligado a acentuar sus relaciones con Alemania. Relaciones que culminaron durante el reinado del emperador Conrado II (1033).

De acuerdo con el sistema feudal, los territorios de Borgoña fueron enfeudados a la familia Suabia en la persona de Rodolfo Rheinfelden. Luego en la de su hijo político, Bertoldo II de Zaehringen. Él inició la preponderancia de esta familia en gran parte de Suiza. Entre sus sucesores destacó Conrado, «investido» por el emperador con el ducado de Borgoña (1124). Sin embargo existían también otras dinastías feudales, como las de Lenzeburg, Habsburgo, Saboya y Kibourg. Esta última fue la que recogió el legado de los Zaehringen (1218). Asimismo, en el siglo XIII, merced al auge del comercio se desarrollaron algunas ciudades como Zurich, Berna y Solothurn. Obtuvieron el privilegio de depender directamente del emperador. Otras, como Lucerna y San Gall, dependían de centros religiosos.

Con el fin de lograr las ventajas de la relación directa con el emperador, obtuvieron privilegios imperiales las ciudades de Uri (1231) y Schwyz (1240). En esta fecha se fijó un primer acuerdo de defensa mutua entre Uri, Schwyz, Unterwalden y Lucerna. El creciente auge de la familia de los Habsburgo hizo que los cantones sintieran la necesidad de conservar sus privilegios y protegerse de las apetencias de aquéllos. Mientras, la apertura de los pasos de Simplón y San Bernardo, que facilitaban la comunación entre los dos ejes económicos medievales, significó un acicate para la formación de la Confederación. El desarrollo económico impulsó también a los cantones a desligarse de la creciente autoridad de la casa de Habsburgo.

Del Pacto (1 de agosto de 1291) a la crisis religiosa del siglo XVI

Ante las imprevisibles consecuencias de la muerte de Rodolfo de Habsburgo (julio de 1291), los llamados países forestales o Waldstatten (Uri, Schwyz y Unterwalden) decidieron firmar el Pacto fundaional (1 de agosto de 1291). En él se garantizaban una alianza perpetua en defensa de su autonomía y libertades contra ataques externos. Como símbolo de esta cuestión cabe situar el juramento de Rutli y el episodio de Guillermo Tell, de aire legendario. Posteriormente, los cantones recibieron confirmaciones de sus privilegios (1309) por Adolfo de Nassau. A la muerte de Enrique VII, la sucesion de Enrique de Austria significó un intento de reincorporar a los Habsburgo los cantones casi autónomos.

Designado para esta misión el príncipe Leopoldo, sufrió una derrota por las fuerzas cantonales en el combate de Morgarten (15 de noviembre de 1315). Así, la Confederación se consideró respaldada y decidió ratificar en Brumen (9 de diciembre de 1315) el Pacto de 1291, renovándose la confirmación imperial en 1324. Asimismo, se adhirieron al pacto Lucerna (1322), Zurich (1351), Glaris y Zug (1352) y, finalmente, Berna (1353). Así, la Confederación llegó a tener 8 cantones con un solo órgano común, la Dieta. Había un amplio margen de iniciativa para cada cantón. Entre los documentos políticos cabe citar la Charte de Prêtres (1370). En ella se regulaban los aspectos religiosos.

Las diferencias con la casa de Austria llevaron a dos enfrentamientos armados: Sempach (1386) y Naefels (1388). Fueron favorables a los suizos y significaron la firma de una paz de siete años (desde 1389). Esta paz fue ampliada a veinte en 1394 y simultáneamente entró en vigor el Convenant de Sempach (1393). Este pacto regulaba las exigencias militares de la Confederación. Los cantones se lanzaron a una ampliación de fronteras en el siglo XV, destacando la conquista del Appenzell a la abadía de San Gall, la conquista de Aargau y la derrota de Arbedo (1422), que paralizó la expansión hacia el sur.

Por otra parte, la rivalidad entre Zurich y Schwyz (1436) en el reparto de la herencia de los Toggenburg significó una guerra civil, complicada por la alianza de Zurich con Austria, que finalmente se resolvió con las batallas de Saint-Jaques-sur-la-Birse (1444) y Ragaz, contra Austria, que permitieron la firma de la paz (1450). Para la normalización de las relaciones entre el imperio y Suiza se firmó la Paz Perpetua de Constanza (1474), inserta además en la lucha contra Carlos el Temerario, a quien los suizos derrotaron en Grandson y Morat (1476).

No obstante, la incorporación de Friburgo y Solothurn a la Confederación produjo una nueva crisis interna. Se resolvió gracias a la mediación de Nicolás de Flüe, quien consiguió que la Dieta elaborara el Convenant de Stans (1481). Representó un nuevo acuerdo entre los 10 cantones. En las deliberaciones de la Dieta imperial de Worms (1495) hubo otro enfrentamiento con Austria, en la llamada guerra de Suabia. En la Paz de Basilea (1499) se reconoció la independencia de la Confederación Helvética. La incorporación de Basilea, Schaffhausen y Appenzell permitió a la Confederación alcanzar la cifra de 13 cantones. Sin embargo, mediante diversas fórmulas de alianza gran parte de la actual Suiza estaba relacionada con la Confederación.

El deseo de una expansión transalpina facilitó un acuerdo con Francia (1499) por el que la Confederación obtuvo Bellinzona, Lugano y Locarno. Mientras, la Liga de los Grisones conseguía el estratégico paso de la Valtellina (1512). A raíz de la derrota de Marignano se concertó otra Paz Perpetua con Francia (1516), renovada en 1521. Con esta paz, la Confederación iniciaba su postura neutralista aunque se comprometía al envío de mercenarios a Francia. Las dificultades económicas originadas por la poca rentabilidad agraria, a causa de su accidentada orografía, hicieron que el servicio mercenario fuera una importante fuente de ingresos.

De las luchas religiosas a la Revolución Francesa

Las tensiones entre los cantones de raigambre burguesa, con mayor población y riqueza, y los de tipo montañés, con una mayor representación en la Dieta, se tradujeron en el siglo XVI en las luchas religiosas. Partidarios los primeros de las corrientes reformistas, frente a los segundos, de fe católica. La Reforma se inició con la predicación de Zwinglio en Zurich (1519). Logró la aceptación de sus ideas en dicha ciudad y otros puntos de la Confederación. Sin embargo, los cantones católicos se opusieron. Tras fracasar las discusiones teológicas y los intentos de mediación, se registraron entre católicos y protestantes dos enfrentamientos en Kapel (1529-1531).

Este último logró imponer un régimen teocrático en Ginebra (1536-1564), ciudad que fue conocida como la «Roma protestante». La Reforma implicaba un programa social que se tradujo en agitaciones campesinas. Un nuevo acuerdo militar defensivo entre los diversos cantones se elaboró en Wil (1647). En él se desarrollaba el concepto de «neutralidad armada». Al año siguiente, la Paz de Westfalia representó el reconocimiento de la independencia de la Confederación del imperio alemán. Las dificultades económicas derivadas del final de la guerra y las protestas contra el aumento de impuestos motivaron una revuelta de campesinos. Se inició en Entlebuc (1653) y culminó en una liga dirigida por Nicolás Luenberger. Ésta sufrió una derrota y sus dirigentes se sometieron a la corte marcial de Zofingue.

A raíz de este conflicto se endureció la lucha religiosa, que dio origen a la primera guerra de Villmergen. A ésta la siguió la Paz de Baden (1656), que regulaba las relaciones religiosas intercantonales. El enfrentamiento de Toggenburg contra el abad de San Gall motivó un nuevo conflicto religioso. Éste derivó en la segunda guerra de Villmergen (1712). Hasta la Revolución Francesa (1789) se registró en la Confederación un notable desarrollo económico. Fue especialmente  importante en la industria de la relojería y su exportación. Asimismo, Suiza fue un foco activo del pensamiento ilustrado gracias a personas como Rousseau.

De la Revolución Francesa a la Constitución de 1874

Los acontecimientos de 1789 repercutieron en sublevaciones en el Bajo Valais (1790) y en Ginebra y en otros graves incidentes que culminaron en la efímera República Rauraciana de Basilea. Los planes del Directorio significaron graves amenazas para la Confederación, concretadas en las Repúblicas Cisalpina (1797) y Lemánica. Fue proclamada la República Helvética con una Constitución unitaria (12 de abril de 1798) inspirada en los proyectos de Pierre Ochs. Según esta Constitución, la República Helvética, una e indivisible, constaba de 22 cantones. Su capital era Lucerna.

Convertida Suiza en paso de diversos ejércitos, se produjo simultáneamente una pugna civil sobre la Constitución entre unitarios y federalistas, a la que Napoleón quiso dar fin convocando en 1802 una consulta o reunión de 63 diputados de ambas tendencias. Esta consulta culminó en un documento napoleónico, llamado Acta de Mediación (19 de febrero de 1803). Se pretendía una síntesis entre la Constitución de 1798 y la realidad federal helvética. Los cantones se reducían a 19 y se restablecía la Dieta. A raíz de la batalla de Leipzig, Suiza decidió independizarse. Para ello anuló el Acta de Mediación y estableció en Zurich la Dieta Larga. Pretendía reajustar la Confederación a las circunstancias de la Conferencia de Viena.

A nivel internacional, el segundo Tratado de París reafirmaba la independencia y neutralidad de Suiza. A partir del movimiento liberal europeo de 1830, los liberales suizos consiguieron Constituciones en diversos cantones. El 12 de septiembre de 1848 se aprobaba una Constitución que regulaba las relaciones entre la Federación y los Cantones. Había un conjunto de órganos políticos aún hoy vigentes en gran parte. Se establecieron reformas en las comunicaciones; y se impulsó el desarrollo económico mediante la industrialización y la construcción de la red ferroviaria.

De la Constitución de 1874 a la historia actual

La constitución del 19 de abril de 1874 fue una revisión y modificación de la aprobada en 1848. Es la que está vigente en nuestros días. Acentuaba las prerrogativas de la Confederación especialmente en materia de defensa, comercio y enseñanza; recogía el espíritu religioso de la Kulturkampf; y ampliaba los derechos del ciudadano con la introducción del referéndum.

La eficacia del neutralismo, las libertades de comercio e industria (1848) y la eliminación de las barreras aduaneras intercantonales coadyuvaron a que la industria se convirtiera en la principal actividad económica del país. Estaba fomentada principalmente por la afluencia de capitales extranjeros a las instituciones bancarias; y también por la importancia de sus exportaciones. Entre las medidas tomadas sobre las actividades de la Confederación destacaron la creación de la Banca Nacional (1905); la promulgación de una ley militar (1907); y otra sobre seguros.

En 1912 se aprobó el Código Civil. Al estallar la Primera Guerra Mundial hubo una movilización generalizada para defender la neutralidad del país. En el Tratado de Versalles (1918) se planteó una posible vinculación a la Sociedad de Naciones y la elección de Ginebra como su sede. La Confederación aceptó la entrada mediante referéndum (16 de mayo de 1920) a condición de salvaguardar su neutralidad. Durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de ciertas relaciones económicas con el Eje de defensa de sus suministros, se logró defender nuevamente la neutralidad helvética. Al concluir el conflicto, Suiza decidió no integrarse en la ONU aunque posteriormente participó en sus organismos especializados.

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